En Kenia hay 7 millones y medio de estudiantes. Un desafío difícil, especialmente en las zonas periféricas de las áreas urbanas donde los fondos e inversiones gubernamentales son insuficientes, los salarios de los maestros bajísimos y las infraestructuras inadecuadas, con efectos negativos para la higiene y la salud. A pesar de todo esto, la escuela representa un oasis con respecto al entorno en el que crecen los niños. Los maestros son, la mayoría de las veces, el único punto de referencia para las jóvenes generaciones. Por este motivo, centrar las acciones de ayuda en los maestros – cuyas motivaciones han disminuido drásticamente en los últimos 20 años- constituye un objetivo especialmente urgente.