Superar la desconfianza de las personas y convencerlas de que confíen en la atención profesional que ofrece el Hospital Monkole es uno de los mayores retos diarios para el personal médico. Porque además de las dificultades estructurales de un sistema sanitario frágil, existen muchas resistencias culturales que no facilitan la gestión de Covid-19. “Las reacciones de la gente van desde el escepticismo – es una enfermedad de los ricos (para los que, por lo tanto, tienen la oportunidad de viajar) – a la negación (teorías de conspiración) y al temor de ir a un hospital porque no lo consideran fiable”. Por eso los pacientes curados se involucran para lanzar repetidos llamamientos a la población.

En casi dos meses en Monkole ha habido 91 casos, pero es difícil tener una idea clara de las infecciones en la zona. El espaciamiento y los cierres aquí son imposibles, ya que hay que salir e ir al mercado para comer; las pruebas son insuficientes, así como las medidas de protección para el personal médico y paramédico.

El Hospital Monkole reaccionó inmediatamente a la alarma creando un departamento dedicado enteramente a los pacientes de coronavirus. Se organizaron sesiones de capacitación para el personal sobre la prevención, la identificación y la gestión de enfermedades en entornos clínicos y comunitarios.

Pero las dificultades son muchas: es necesario apoyar las medidas de emergencia establecidas por el hospital con el suministro de un equipo escaso (guantes, máscaras, equipo de protección personal, botiquines de higiene) y contribuir a los gastos necesarios para las iniciativas de sensibilización sobre las buenas prácticas de higiene y comportamiento para prevenir la propagación de la enfermedad.

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