Home > News > El 6 de octubre de hace dieciocho años nació el proyecto Harambee.

Cuando recibes un regalo, la respuesta es la gratitud. Así surgió la idea de dar a los participantes en la canonización del Fundador del Opus Dei, el 6 de octubre de 2002, la posibilidad de ofrecer un pequeño obsequio a quienes más lo necesitaban: la población del África subsahariana. Tan pronto como el Santo Padre anunció la fecha de la canonización de Josemaría Escrivá, se invitó a todos los que comenzaron a comunicar su presencia en la ceremonia a participar en una iniciativa de solidaridad con África: el proyecto Harambee 2002. El compromiso cristiano de ayudar al prójimo tenía una razón más esta vez: la alegría de la canonización, vivida como un regalo recibido de Dios, para devolver a los necesitados. Se trataba de promover, precisamente con ocasión de la canonización, una colecta en favor de proyectos educativos en África.

En el idioma kiswahili, “harambee” significa “todos juntos”. Es el grito de los pescadores cuando sacan las redes a la orilla; es el boca a boca cuando tienen que iniciar una actividad común, como ayudar a una familia necesitada o construir una escuela o una iglesia. Cada uno contribuye con lo que puede: con su propio compromiso, con una donación en dinero o en especie, pero “todos juntos”. Todo el mundo da y todo el mundo recibe.

Con este mismo espíritu, tan similar a las enseñanzas de San Josemaría, el Comité Organizador de la canonización promovió entre los participantes en las ceremonias del 6 de octubre un evento de recaudación de fondos que se destinará a iniciativas centradas en la educación, respondiendo a las diferentes necesidades de los distintos contextos africanos.

     

Con una primera convocatoria pública de propuestas, abierta a todas las organizaciones dedicadas a programas educativos en el África subsahariana, se estudiaron las solicitudes de ayuda recibidas y se asignaron fondos.

Han transcurrido 18 años desde que se pusieron en marcha esos primeros proyectos, con más de ochenta iniciativas desarrolladas  gracias a la participación de los comités Harambee que se han ido formando de forma espontánea en Francia, España, Portugal, Polonia, Suiza, Luxemburgo y Estados Unidos.

Harambee no es un acto de caridad hacia un pueblo necesitado. Es más bien un acto de confianza hacia las personas que se apasionan (por trabajar) por el desarrollo de su comunidad, y un acto de esperanza hacia un continente joven y vibrante.

Inspirados en las enseñanzas de San Josemaría, miremos al futuro con confianza, conscientes de las dificultades pero también cultivando la virtud de la esperanza: “dar esperanza, tener pasión por la esperanza“. Feliz cumpleaños, Harambee!