Home > News > Nairobi. Bajo el lema “Saber es poder”, arranca el proyecto para niños de la calle

Boystown-Ruai, a 25 km del centro de Nairobi, es un “hogar” donde los niños vulnerables pueden construir su futuro, compartiendo un entorno afectuoso y cariñoso. ‘Saber es poder’ es el lema a la entrada del centro, creado en 1994 para ofrecer una educación holística, educando y rehabilitando a los niños de la calle en un entorno cristiano que fomenta la integridad de la persona y nutre su desarrollo físico, emocional y social.

Según Unicef, hay más de 150.000 niños vagando por las calles de Nairobi debido a la extrema pobreza, en un país que es uno de los más desarrollados de África pero que sigue plagado de profundas desigualdades sociales.

La mayoría de los niños y jóvenes que acogemos proceden de los suburbios de Kibera, Korogocho, Gandora Soweto o Kayoley, son huérfanos o con familias desestructuradas que no pueden hacerse cargo de ellos“. Muchos llegan empujados por el hambre o las necesidades básicas, “pero luego encuentran cercanía y comprensión y eso les convence para quedarse“.
Boystown-Ruai les ofrece cobijo y la posibilidad de estudiar: para los más pequeños hay escolarización; para la educación secundaria, el centro concede becas para que puedan asistir a los colegios locales.


Gracias al apoyo de Harambee, se podrá contribuir a la compra de material pedagógico, realizar cursos para profesores y, en particular, de formación de equipos, “para que los niños desarrollen un carácter cariñoso, solidario y de compartir“. También se pueden realizar actividades extraescolares y deportivas “porque queremos cultivar sus talentos naturales“.

En los últimos tiempos, el centro se ha vuelto cada vez más activo en la búsqueda de su sostenibilidad, destinando parte de los recursos que recibe a la autosuficiencia alimentaria y a la venta de excedentes de comida a otras escuelas y a la población del entorno, ayudando a los jóvenes en el ámbito del autocuidado y la creación de pequeñas empresas. Razón de más para que merezca la pena acompañarles.

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