Home > News > Financial Times: Si el Covid-19 no es vencido en África, volverá para atormentarnos a todos.

Sólo una victoria mundial puede poner fin a esta pandemia, no una victoria temporal para los países ricos. El punto de vista de Abiy Ahmed, Primer Ministro de Etiopía y Premio Nobel de la Paz 2019. “La OMS debe tener el poder y los recursos para coordinar las respuestas mundiales y ayudar directamente a los gobiernos de los países en desarrollo”.

Hay una gran falla en la estrategia para enfrentar la pandemia del Coronavirus. Las economías avanzadas están presentando paquetes de estímulo económico sin precedentes. Por otra parte, los países africanos no disponen de los medios necesarios para realizar intervenciones igualmente significativas. Sin embargo, si el virus no es derrotado en África, sólo se recuperará en el resto del mundo.

Por ello, la actual estrategia de medidas descoordinadas específicas para cada país, si bien es comprensible, es miope, insostenible y potencialmente contraproducente. Un virus que ignora las fronteras no puede ser abordado con éxito de esta manera.
Podemos derrotar a este adversario invisible y vicioso, pero sólo con un liderazgo global. Sin ella, África puede sufrir lo peor, pero no será la última. Estamos todos juntos en esto, y debemos trabajar juntos hasta el final.

Frágiles y vulnerables en el mejor de los casos, las economías africanas se enfrentan a un abismo. Permítanme ilustrar esto con la situación en mi propio país.
Etiopía ha hecho progresos constantes en la prestación de servicios de salud en los dos últimos decenios. Pero nada nos ha preparado para las amenazas que plantea el Covid-19. El acceso a los servicios básicos de salud sigue siendo la excepción y no la norma. Incluso tomar precauciones de sentido común, como lavarse las manos, suele ser un lujo insostenible para la mitad de la población que no tiene acceso al agua potable.

Incluso el desplazamiento social aparentemente gratuito es difícil de llevar a cabo. Nuestra forma de vida es profundamente común, con familias extensas que tradicionalmente comparten las cargas y beneficios de la vida en común, comiendo comidas del mismo plato. Nuestra agricultura tradicional, que depende de la lluvia, está dictada por el calendario fijo de los ciclos climáticos en los que deben tener lugar la siembra, la desherbadura y la cosecha. La más mínima interrupción de esta cadena, incluso durante un corto período, puede conducir al desastre, poniendo en peligro aún más la ya precaria disponibilidad de alimentos y la seguridad alimentaria.

Por ejemplo, Ethiopian Airlines, la mayor aerolínea del país, que representa el 3% de la producción nacional y es una de las principales fuentes de divisas. Será empujado al borde del precipicio ya que su negocio ha sido interrumpido por la pandemia. La escasez de divisas hará que sea prácticamente imposible obtener suministros y equipos médicos esenciales en el extranjero. El costo del servicio de nuestras deudas ya es a menudo más alto que nuestros presupuestos anuales de salud. La lista continúa.

Esta triste realidad no es un caso aislado en Etiopía. Es compartida por la mayoría de los países africanos. Pero si no toman las medidas adecuadas para hacer frente a la pandemia, ningún país del mundo estará a salvo.
La victoria momentánea de un país rico en el control nacional del virus, junto con la prohibición de viajar y el cierre de las fronteras, puede dar una apariencia de éxito. Pero todos sabemos que esto es una solución provisional. Sólo una victoria global puede poner fin a esta pandemia.

El Covid-19 nos enseña que todos somos ciudadanos globales conectados por un solo virus que no reconoce ninguna de nuestras diferencias naturales o artificiales: ni el color de nuestra piel, ni nuestros pasaportes, ni los dioses que adoramos. Para el virus, lo que importa es el hecho de nuestra humanidad común.

Por eso la estrategia para hacer frente al costo humano y económico de este flagelo mundial debe ser global en su diseño y aplicación. La salud es un bien público mundial. Requiere una acción global guiada por un sentido de solidaridad mundial.

Pero Covid-19 también ha dejado al descubierto nuestro oscuro vientre. La comunidad mundial necesita desesperadamente un liderazgo mundial para hacer frente rápidamente a pandemias como ésta, y de manera institucionalizada y no ad hoc.

Un buen lugar para empezar es la Organización Mundial de la Salud. A medida que los países con los recursos necesarios se centran en la lucha contra la pandemia a través de sus instituciones nacionales, la OMS debe tener el poder y los recursos para coordinar las respuestas a nivel mundial y para ayudar directamente a los gobiernos de los países en desarrollo.
Mientras tanto, el G20 debe proporcionar un liderazgo colectivo para una respuesta global coordinada. No hay tiempo que perder: millones de vidas están en peligro.

Sobre la base de lo anunciado por las instituciones financieras internacionales, el G-20 debe poner en marcha un fondo mundial para evitar el colapso de los sistemas de salud en África. Las instituciones deben crear un instrumento para prestar apoyo presupuestario a los países africanos. La cuestión de la resolución de la deuda de África también debe volver al programa del G20.
Por último, todos los asociados para el desarrollo de África deben velar por que sus presupuestos de asistencia para el desarrollo sigan siendo limitados y no se desvíen a las prioridades nacionales. Aquí es donde debe demostrarse la verdadera humanidad y solidaridad. Si alguna vez se necesitó esa ayuda en África, se necesita ahora más que nunca.

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